Sólo quedan los aplausos para un grupo de amazónicos que ganó al entender el peso de su camiseta y la dimensión real de su historia. Desde 1950 las páginas del fútbol nos han hecho memorizar la historia de la Selección Nacional de fútbol mas importante (grande como populacheramente se le nombra a los conjuntos más ganadores) del planeta Tierra. Como un cuento mítico hubo un día que un país chiquitito se volvió David para derrotar a un Golliat de 200,011 cabezas. Para marcar un punto de quiebre, su desgracia marcó el inicio de una era en la que hasta hoy, Brasil es sinónimo del Jogo Bonito, del baile y la alegría. Un estereotipo, como el racismo alemán o el mexicano y su sombrerote sentado al lado de un nopal con una botella de tequila. Todo son mitos que en su mayoría están ya inmortalizados a una bandera y su territorio.
Orden y progreso es el lema (mejor ejemplificado por el pueblo brasileño afuera de los estaios) y el equipo de Luiz Felipe Scolari lo ejecutó en este ensayo del mundial. Neymar se convirtió en 5 partidos en el perfecto ídolo del Barcelonismo sin jugar aún un partido con los catalanes, sus goles proyectaron a la nueva figura nacida en el Santos. El flamante número 10 de Pelé ha visto nacer ante los ojos del mundo a su heredero natural a cuatro décadas de distancia y sólo queda por ver si sus dramas en un juego de contacto como lo es el balompié, superan a la joya de futbolista que ya asombra al mundo con 21 años de edad.
Pocos creían en el proyecto de la CBF hasta que Scolari levantó el Titanic, y con meses al frente postula a sus dirigidos a ganar el sexto título. Los nombres mezclan sus apellidos con estandartes europeos. Julio César, Alves, Luiz, Luis Gustavo, Oscar y Marcelo vinculan su experiencia a gigantes instituciones. Bayern, Barça, Chelsea y Madrid en primer plano. Después Neymar, Paulinho y Fred alimentaron el fútbol sudamericano en las canchas del Brasileirao. Convirtiendo en un enigma a su generación que alejada de las eliminatorias, en este torneo oficial, llegó el momento de brillar con luz propia.
Si hoy en día las maldiciones se rompen, ni existe mal que dure 100 años ahí tienen material los románticos, para creer en la Canarinha. Lo único que lamento de España es que Andrés Iniesta siga siendo el mejor futbolista del mundo opacado por los reflectores de la prensa. Que curioso que ese sector de periodistas especializados apostaban con los ojos cerrados a una victoria española, sólo quedan como aficionados vestidos con plumas, móviles y el escudo de sus medios de comunicación, pero a mí ya no me engañan.
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