1. Cruz Azul recuperó la memoria. Las formas, el análisis, los disparos a gol, los pases completados y errados son para la prensa; cuando ganas un título lo que menos te importa es si pusieron un camión o la muralla china abajo de la portería, si fue de último minuto, de penal, justo o injusto. Un aficionado pide injusticia a favor de su club. Y esa es la perfecta definición que vienen a mi mente con el título Cementero que lo ubica como el más campeón de la CONCACAF y de premio lo lleva al Mundial de clubes. Para que en diciembre tenga posibilidad de chocar con el Bayern Munich, el Real Madrid, el Atlético de Madrid o el Chelsea, de ese tamaño es el postre.
2. Sería injusto decir que fue menos, cuando el primer tiempo fue suyo porque Toluca intentó pegar primero pero en el desarrollo del juego los azules se veían más cómodos. Quizás tantas finales jugadas y la experiencia adquirida a través de tantos años, un DT que pisó la inmortalidad dorada de los Juegos Olímpicos parecían escribir un guión sin tanto drama. Joao Rojas jugó en equipo y fue partícipe del gol que vale el título, Marco Fabian recentró el balón y Mariano Pavone cobró factura con su pasado... Justo trámite de juego para los de La Noria, más cómodos y pro positivos.
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3. Claro que los elogios fueron antes del empate. La cara del Diablo se tornó con ideas peligrosas cuando Raúl Nava y el paraguayo Édgar Benítez ingresaron a la cancha. Si "El pájaro" hizo temblar a los celestes (rememorando que fue él quien le anotó al equipo azul en la final ante Pachuca). Dando una joya de gol a pase de Wilson Tiago el balón seguía su curso y ahí con la redonda recorriendo el área grande, el paraguayo la metió categoricamente y los fantasmas se acercaron cuando el Nemesio Diez alentaba a sus escarlatas aún con más de 30 minutos por delante.
4. El ímpetu, los nervios, sirvieron para aliviar a un equipo grande del fútbol mexicano, no hay mal que dure 100 años, ni título que Luis Fernando Tena no se empeñe en ganar. Para que los cementeros terminaran el juego con seis defensas, fue la única forma de que no le arrebataran la copa. Por poco se las tira Miguel Ponce pero ahí estuvo la clave en Jesús Corona, ya que fue quien desvió ese balón que amenazaba en derrumbar una campaña de remar, de trabajar como obreros y de sobreponerse a millones de burlas en esta era de Facebook y Twitter.
5. Así sanan las heridas, con imágenes de Chaco, Corona, Torrado, cada futbolista que se ha comprometido a defender los colores y a los jóvenes que también gozan de levantar una copa que les de prestigio, ya quisiera cualquier equipo en México, levantar el trofeo que hoy llena el alma cementera, alivia el espíritu y alimenta su grandeza que aún espera degustar ese platillo de liga, pero que sin duda parece estar más cerca que nunca.
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